Si "Casa" llamamos al lugar donde hemos pasado el mayor tiempo de nuestra vida, diremos que desde hace ya mas de un mes, ESTOY EN CASA. Y contando con que hacía un año que no me asomaba por aqui, una ya tenía ganas de ver a los suyos y de ir por la calle sin mapas.
Es increíble lo que hacen los aviones: En 13 horas pasas de un Bogotá nocturno a un Pamplona otoñal. Basta con un abrir y cerrar de ojos, y ya has cambiado totalmente no solo de alrededores sino también de cultura, tradiciones y acento; Pasas de ser una forastera o gringa a ser una foránea más. Y tras un par de semanitas, pasas del morenito caribeño a un blanco folio...viva el otoño europeo!
Llego a "casa", salgo a pasear, y para mi sorpresa, encuentro una ciudad guapa,..o quizá sea que Pamplona/ Iruña era una ciudad bonita y yo no me había molestado en observar las calles que me vieron crecer con ojos del turista y no mirarla con ojos del "recadista".
En la calle voy cruzándome con el personal. Quedo a tomar café con unos, café con otros, vinitos y pintxos y de vez en cuando un buen vaso de agua, que la lengua se me seca de tanto hacerla trabajar. Sigo de paseo, y voy encontrándome con amigos y conocidos, y para mi sorpresa, resulta que me doy cuenta de que lo que escribo en este blog no solo lo lee la familia o amigos (que dejan comentarios quizas por compromiso), sino que mucha más gente sabe de mis andanzas de mi propio puño y teclado...
Asi que puesto que en una semana y media parto de nuevo hacia el "nuevo continente", este post va en agradecimiento a todos aquellos que de vez en cuando han dejado "algo" escrito.
Que una mete horas escribiendo y sobre todo seleccionando y subiendo fotos, y la única y mejor recompensa que tengo es ver que me han leído y que mis palabras no han caído al vacío sin ni siquiera hacer eco...
Cuando se está tan lejos, cada comentario (sin importar su contenido ni extensión) supone un subidón, asi que sea lo que sea que hayáis escrito, MIL GRACIAS- Os garantizo que cada vez, al descubriros, me habéis hecho sonreír.
Y a los mamarrachill@s que me leen y no escriben, ojalá pueda descubrir vuestras líneas en breve, porque eso significará que yo tengo cosas que contaros y vosotros tiempo para leerme y escribirme :)!
Next stop: Colombia
domingo, 27 de septiembre de 2009
martes, 15 de septiembre de 2009
600 dias y 599 noches
Érase una vez una niña, que hace 600 días subió a un avión para dar la vuelta al mundo,..Se encotró de repente rodeada de especias y rodeada de hombres que la miraban fijamente mientras un bus avanzaba entre un camino de tierra en Rajastán, India. Pasó la frontera y se maravilló de Nepal, sus montañas impactantes, su gente encantadora y su Dahl baht. Voló a China, ese país de comida estupenda pero caray qué complicado era entenderse!
De pronto, escuchó gritos, gritos de niños jugando en el río, gritos de alegría en el norte de un verdísimo Laos. Siguió su ruta en una Thailandia llena de turistas donde aprendió a hacer masaje, bucear y degustar un montón de frutas desconocidas.
Descubrió templos majestuosos en Camboya rodeada de niños que le robaron el corazón.Y entre los espesos árboles malayos, vió los orangutanes de Borneo y un paraíso submarino en Sipadan. Maravillada de toda Asia, la niña llegó a Indonesia, ay Indonesia! un paraíso de playas y gente humilde..una tierra especial en la que se hubiese querido quedar...
Pero cambió de continente, y de mirada; porque en Australia o Nueva Zelanda, la gente no era tan interesante como sus paisajes. Australia la asustó por su enormidad y "simplicidad", y de Nueva Zelanda salió enamorada de sus coloridos contrastes y su naturaleza tan intacta.
Sumaba días de ruta, y la niña decidió que ya estaba harta de pasar frío, y quiso descubrir un nuevo continente donde el verano llegara.
Y alli, en medio del océano entre Oceanía y Sudamérica, aterrizó en Isla de Pascua, y se dejó encantar por su magia y su increíble energía. Un tiempo después, cruzó definitivamente el charco que le separaba de América Latina. Chile y las chilenas la esperaban, y alli se aparcó durante un tiempo entre buena gente y un rio esmeralda donde no paró de hacer Rafting.
Bajó hacia el sur, y caminó y caminó.
Tras tanto trekking patagónico, la niña se sentía cansada. No podía cargar más la mochila, no quería seguir avanzando hacia el sur,...así que cambió de rumbo, y subió hacia el norte de Argentina, donde se quedó flechada en Buenos Aires: la ciudad, lo "social" del mate, los sabrosos asados y el acento encantador.
Tras un breve descanso, partió de nuevo para pasar como flecha por una Bolivia indígena, cultural y llena de colorido. Siguió rumbo a Perú, pero a pesar del maravilloso paisaje, no se dejó convencer por su pueblo para quedarse a investigar un poco más y puso rumbo a Ecuador. Encontró un hogar en unas islas paradisíacas llenas de vida y se dejó seducir por todos los encantos galapagueños. Regresó al continente, y finalmente llegó a Colombia, el país más recomendado por la panda taaaaaaaaan larga de mochileros que había conocido por el camino.
Y alli, en su capital inmensa, deslumbrada por la simpatía de los colombianos, sumó los días de su ruta,...y cumplió 600.
----------------
600, ni es un número especial, ni es un número diferente. Es sólo un número, pero me impresiona.
Son 600 días en ruta. 600 de aventurera. 600 días para darme cuenta que el mundo ni es tan temible ni tan inalcanzable.
600 días de cambios continuos, decisiones constantes, novedades y aprendizaje en general . De descubrir que el mayor miedo es el desconocimiento, y que poquito a poco se vence y una hasta se acostumbra. Un largo tiempo de andanzas, "solita", pero siempre acompañada.
Asia, Oceanía y Sudamérica. 1 año y 8 meses de viaje...y yo creo que ya estoy para dar a luz...
De pronto, escuchó gritos, gritos de niños jugando en el río, gritos de alegría en el norte de un verdísimo Laos. Siguió su ruta en una Thailandia llena de turistas donde aprendió a hacer masaje, bucear y degustar un montón de frutas desconocidas.
Descubrió templos majestuosos en Camboya rodeada de niños que le robaron el corazón.Y entre los espesos árboles malayos, vió los orangutanes de Borneo y un paraíso submarino en Sipadan. Maravillada de toda Asia, la niña llegó a Indonesia, ay Indonesia! un paraíso de playas y gente humilde..una tierra especial en la que se hubiese querido quedar...
Pero cambió de continente, y de mirada; porque en Australia o Nueva Zelanda, la gente no era tan interesante como sus paisajes. Australia la asustó por su enormidad y "simplicidad", y de Nueva Zelanda salió enamorada de sus coloridos contrastes y su naturaleza tan intacta.
Sumaba días de ruta, y la niña decidió que ya estaba harta de pasar frío, y quiso descubrir un nuevo continente donde el verano llegara.
Y alli, en medio del océano entre Oceanía y Sudamérica, aterrizó en Isla de Pascua, y se dejó encantar por su magia y su increíble energía. Un tiempo después, cruzó definitivamente el charco que le separaba de América Latina. Chile y las chilenas la esperaban, y alli se aparcó durante un tiempo entre buena gente y un rio esmeralda donde no paró de hacer Rafting.
Bajó hacia el sur, y caminó y caminó.
Tras tanto trekking patagónico, la niña se sentía cansada. No podía cargar más la mochila, no quería seguir avanzando hacia el sur,...así que cambió de rumbo, y subió hacia el norte de Argentina, donde se quedó flechada en Buenos Aires: la ciudad, lo "social" del mate, los sabrosos asados y el acento encantador.
Tras un breve descanso, partió de nuevo para pasar como flecha por una Bolivia indígena, cultural y llena de colorido. Siguió rumbo a Perú, pero a pesar del maravilloso paisaje, no se dejó convencer por su pueblo para quedarse a investigar un poco más y puso rumbo a Ecuador. Encontró un hogar en unas islas paradisíacas llenas de vida y se dejó seducir por todos los encantos galapagueños. Regresó al continente, y finalmente llegó a Colombia, el país más recomendado por la panda taaaaaaaaan larga de mochileros que había conocido por el camino.
Y alli, en su capital inmensa, deslumbrada por la simpatía de los colombianos, sumó los días de su ruta,...y cumplió 600.
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600, ni es un número especial, ni es un número diferente. Es sólo un número, pero me impresiona.
Son 600 días en ruta. 600 de aventurera. 600 días para darme cuenta que el mundo ni es tan temible ni tan inalcanzable.
600 días de cambios continuos, decisiones constantes, novedades y aprendizaje en general . De descubrir que el mayor miedo es el desconocimiento, y que poquito a poco se vence y una hasta se acostumbra. Un largo tiempo de andanzas, "solita", pero siempre acompañada.
Asia, Oceanía y Sudamérica. 1 año y 8 meses de viaje...y yo creo que ya estoy para dar a luz...
jueves, 10 de septiembre de 2009
Galapagos, punto y aparte!
Es curioso como son las cosas. Una empieza a viajar escapando de la rutina del día a día y tras un tiempo con la casa a cuestas, es precisamente RUTINA lo que se busca.
Galápagos fue mi lugar “hogar” donde volví a encontrar un espacio, donde sentí que no estaba de paso, donde mis amigos se aprendieron mi nombre.
Me aprendí las calles, los lugares “chéveres” donde ir a descansar, a divertirse, a pasear.
Me hice hueco en un lugar y parte de un pueblito, encontré una pequeña familia, y disfruté de la RUTINA galapagueña, esa palabra que nos da tanto miedo, pero que si te la cuentan desde una isla paradisíaca, suena y es estupenda.
3 meses después, mi visado ecuatoriano se acaba y Galápagos llega a su fin. Y aunque me vuelvo triste a tierra firme, pienso en que ”Lo bueno si breve, dos veces bueno”.
Y me quedo con las cenas familiares, los picnics en la playa, las muchas historias divertidas, imágenes increíbles y personas inolvidables; Amistades para largo y aventuras para corto ;-) Momentos irrepetibles en un lugar REPETIBLE..
Sumo y sigo camino...
Menudo mundo tan estupendo el nuestro!
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