Mi oficina es un lugar perdido entre las islas del Rosario. Alejado una hora en bote desde Cartagena, permite escapar de la preciosa urbe colonial, constantemente repleta de turistas. Resulta que en esta remota isleta, que apenas se tarda en recorrer 5 minutos, es donde Dolphin Dive School tiene su “centro de operaciones”, y por ende, el mío también.Rodeados de estupendos corales, buceamos y enseñamos a bucear.
El día comienza a unas tempranas 6.30 de la mañana, cargando tanques al muelle, para que el bote, repleto de buzos que vienen desde Cartagena, no nos pille desprevenidos.En temporada alta, somos una buena tropa de instructores, y como no, los hombres ganan por goleada, pues en este trabajo, todavía tenemos la tarea pendiente de hacernos un huequito…
En cuanto llega el barco alistamos equipo y...¡listos, vámonos “al otro mundo”!!; El mundo del azul habitado por corales y peces.
Hay nada más y nada menos que 30 puntos de buceo alrededor de la isla. Un buceo que nada tiene que ver con Galápagos, porque pasamos de lo Macro a lo Micro.Aquí nos fijamos en el detalle. Entre corales y esponjas descubrimos langostas y cangrejos, peces caribeños, calamares y morenas. Otro buceo, el buceo de lo “txiki”, un buceo más tranquilo pero también espectacular.
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Si no hay huéspedes ni cursos en la isla, el día puede acabar a eso de la 1 de la tarde, cuando tras 2 inmersiones, limpiar el material y ordenarlo, los jefes nos premian con comida costeña: pescado frito, arroz de coco, patacones y ensalada. Tras la comida, el bote se prepara para partir rumbo a Cartagena.Pero si tengo un poco de suerte, me toca quedarme a dormir en la isla no sólo para dar clase a los alumnos sino también para disfrutar de la calma, una siestita en la hamaca, clases a media tarde, una increíble puestas de sol, buceo nocturno, la brisa marina y a dormir a las 9, que el día ha sido largo, el generador no nos da más luz y el nitrógeno invita a dormir!
... .Uh yeah,..i love my work!