Despidiéndome de un amigo

Hace apenas unas horas me he enterado que Stefano Gioia, un amigo al que conocí el año pasado mientras trabajaba en Futaleufú (Chile) tuvo el pasado miércoles un accidente mortal mientras guiaba una balsa de rafting en el mismo río que le había visto bajar tantas veces en los ultimos años.

Tenía 32 años, unas ganas de vivir incansables, un espíritu valiente, alegre y enérgico. El río se lo quiso llevar, y lo quiso separar en esta vida de su compañera y la que este año iba a ser su mujer, Victoria. Él, pasó a descubrir antes de tiempo el otro lado del que nadie quiere hablar y para el que lastimosamente nuestra sociedad nunca se prepara. Ella, otro sol que luce en este planeta, queda con la tarea dura de seguir adelante. Como así quedamos todas las personas que despedimos a un ser querido que inexplicablemente parte antes de un tiempo justo.
Afortunadamente, Vic es mucha Vic y aunque ahora ella lo crea imposible, yo se, que volverá a sonreír.

Una vez más, se me plantea en la cabeza la pregunta sin respuesta del ¿por qué?. Pero nos han enseñado que las cosas hay que aceptarlas como vienen. Y sin consuelo, toca buscar otro rumbo no esperado ni planeado, que sin duda, nos llevará a algún lugar desconocido donde algo habremos de aprender.
Yo me refugio en la creencia de que la naturaleza es sabia. Y que de seguro hay una respuesta que iremos entendiendo a esa pregunta en la que ahora volcamos toda nuestra rabia e incomprensión..

Y una vez más, la vida nos enseña que somos frágiles, pequeños pero sobre todo tontos si no sabemos aprovechar cada minuto que nos ofrece.

Tano: hay una luz menos en cualquiera de los ríos que frecuentabas, mientras iluminas ahora con tu caraterística personalidad aquel lugar donde hayas ido a parar.
Disfruta hayá donde estés!